La hansenÃse en los niños menores de 15 años y sus consecuencias han sido objeto de estudio por varios autores y organismos internacionales. Hay numerosos informes de casos de esta enfermedad en menores de 15 años, con la justificación de que se trata de un aumento de la cadena de transmisión del bacilo en la comunidad y una deficiencia en la vigilancia y el control de la enfermedad. (1,2,3) La hansenÃse infantil es un problema de salud pública y es uno de los indicadores más sensibles de la exposición temprana, la persistencia de la transmisión en la comunidad y la eficacia limitada de los programas de control. La detección en este grupo de edad se considera un indicador de la mayor gravedad de la enfermedad. En los paÃses endémicos, la población infantil entra en contacto precoz con las personas afectadas por la hansenÃse, y la detección de la enfermedad es frecuente entre los niños de tres a cinco años de edad, y afortunadamente se observan casos raros en niños menores de dos años, principalmente en la forma virchowiana. (4,5) Se observan diferencias de prevalencia entre regiones, estados, microrregiones y municipios, centrándose en los lugares de mayor pobreza, presentando una estrecha relación con las condiciones precarias de vivienda, la baja escolaridad y también con los movimientos migratorios que facilitan la propagación de la enfermedad.
La hansenÃse es una enfermedad infecciosa crónica que afecta predominantemente a la piel y a los nervios periféricos. El diagnóstico es esencialmente clÃnico y epidemiológico y se lleva a cabo mediante anamnesis y examen dermatoneurológico. En la infancia, el diagnóstico requiere un examen cuidadoso debido a la dificultad de aplicación e interpretación de las pruebas de sensibilidad. Los signos clÃnicos de la hansenÃse no suelen ser fáciles de reconocer en la infancia. (5)
La propia edad de estos pacientes es un factor limitante, aunque en algunas regiones endémicas sea el número elevado de niños con deformidades inducidas por la hansenÃse. (6) Los estudios sobre la hansenÃse identifican que el número de niños afectados por la enfermedad es mayor que el de niñas; sin embargo, no hay pruebas biológicas de que los varones tengan una menor resistencia a la enfermedad. La alta endemicidad de la enfermedad en una zona permitirá que la población esté expuesta al bacilo en múltiples ocasiones, asà como que se produzca esa exposición en los primeros años de vida. Por lo tanto, una hipótesis más aceptada es que los niños están generalmente expuestos a interacciones sociales más frecuentes e intensas por anticipado en comparación con las niñas. (7)
La hansenÃse tiene tratamiento y cura. Sin embargo, si en el momento del diagnóstico el paciente ya tiene una deformidad fÃsica, puede convertirse en una secuela permanente. En la infancia, la hansenÃse es potencialmente incapacitante como resultado de la posibilidad de deformidades, porque es un perÃodo de crecimiento y desarrollo. La importancia de estas condiciones y sus problemas sociales, fÃsicos y psicológicos no puede ser pasada por alto debido a la posibilidad de que el propio futuro de estos niños se vea comprometido. (8) Este hecho se ha abordado en un estudio reciente en el que se expuso la relación entre la escasa capacidad motriz y las actividades escolares asociadas a la presencia de cambios fÃsicos debidos a la hansenÃse. (9) El aspecto social se pone en evidencia por el elevado número de personas afectadas como resultado de la transmisión intrafamiliar y la falta de exposición a personas ajenas a la familia sobre el tratamiento del niño afectado por la hansenÃse, lo cual pone en evidencia la discriminación y el estigma sobre la enfermedad que se manifiesta de manera perjudicial, permitiendo que personas sanas entren en contacto con personas afectadas por la hansenÃse sin conocimiento previo de la situación. (10) Es importante señalar que estos niños suelen ver alteradas sus rutinas por los lÃmites de la enfermedad y el tratamiento.
La hansenÃse tiene una variedad de manifestaciones clÃnicas que están relacionadas con las condiciones inmunológicas del paciente y su relación con M. leprae. La mayorÃa de los niños diagnosticados con hansenÃse se clasifican como PB, aunque la OMS ha advertido de un aumento de MB entre los nuevos casos detectados. (11) Algunos estudios ya señalan el predominio de la forma MB en algunas regiones endémicas. (12,13) Generalmente, los niños son contactos intradomiciliarios, especialmente entre aquellos que viven con pacientes MB. Como en todas las enfermedades con un largo perÃodo de incubación, hay un aumento de casos a medida que avanza la edad.(14) La baja frecuencia de la enfermedad en los niños menores de 5 años, el aumento directamente proporcional al número de casos con edad avanzada y la distribución casi igual para los grupos de edad de 5 a 10 años y de 10 a 15 años son caracterÃsticas que se observan con frecuencia. (15)
La tasa de detección de nuevos casos en niños menores de 15 años está directamente relacionada con el nivel de endemicidad y refleja la exposición temprana a M. leprae. (16) Por consiguiente, es necesario estudiar los indicadores de la hansenÃse en este grupo de edad para comprender la magnitud y la fuerza de la hansenÃse endémica y el desempeño del sistema de salud en la vigilancia de la enfermedad. También se conoce la estrecha relación que existe entre la detección precoz y la oportunidad de acceso al sistema de salud como medio de ayudar a prevenir y detener la deformidad progresiva debida a la hansenÃse. (17) El diagnóstico erróneo o retrasado también está presente, causando más angustia al niño afectado. (18) El diagnóstico incorrecto, debido a errores en el enfoque diferencial con otras enfermedades dermatológicas o neurológicas, puede ser una de las posibles justificaciones del excesivo número de casos notificados en niños.
La mayorÃa de ellos tienen menos de tres lesiones en el momento del diagnóstico, y muchos de ellos sólo tienen lesiones de piel macular.
El cuadro clÃnico puede ser variado, asà como en los adultos. La hansenÃse nodular en la infancia es una afección que se observa con frecuencia y que se ha descrito en el capÃtulo sobre aspectos clÃnicos. Alrededor del 5 al 20% de los niños con hansenÃse experimentaron episodios de reacción (exacerbación de procesos inflamatorios localizados o sistémicos) en algún momento antes, durante y/o después de la finalización de la terapia multimedicamentosa (MDT)(19). También se han observado complicaciones asociadas a los episodios reaccionales de la hansenÃse o debidas al uso prolongado de corticosteroides en el tratamiento. (19) Con frecuencia se utiliza el diagnóstico complementario mediante pruebas de histamina y pilocarpina o por histopatologÃa. También se observa la necesidad de que las pruebas en personas con hansenÃse se extiendan a la mucosa oral, ya que ésta puede ser una fuente secundaria de transmisión e infección por M. leprae(20).
En vista de la gravedad de la hansenÃse en los niños menores de 15 años, se mantiene un control estricto que incluye la vigilancia epidemiológica en los niños con riesgo de hansenÃse, principalmente debido al contacto intradomiciliario. (21)
La proporción de nuevos casos de la hansenÃse en niños menores de 15 años se utiliza para expresar la transmisión activa y reciente, (22,23) y, por lo tanto, es un importante indicador de la aparición de esta enfermedad en una comunidad y de la eficacia de los programas de salud en una región (24). Según Sundharam, (25) el examen fÃsico de los menores de edad de 15 años se ve obstaculizado por la negativa de muchos niños a desnudarse o por la dificultad de comunicarse con los profesionales de la salud. En Brasil, por ejemplo, el estado de Pará registró 2562 nuevos casos de contaminación en 2017, de los cuales el 8,7% afectaba a niños, lo que pone de evidencia problemas en el control de esta enfermedad. (26) La difusión de los signos y sÃntomas de la enfermedad a la población en general es un instrumento adicional para la eliminación de las enfermedades endémicas. (27,28,29)
También podrÃan adoptarse medidas de prevención y control más especÃficas, dirigidas a la porción de la población menor de 15 años en este estudio, tales como: búsqueda activa en escuelas y guarderÃas, conferencias que aclaren los signos y sÃntomas de la enfermedad e intensificación de los exámenes de los comunicadores. También es importante evaluar la necesidad de crear nuevas estrategias de educación sanitaria, centradas en la hansenÃse, que estimulen, durante las acciones educativas, el autoexamen entre los niños capaces de hacerlo. Con estas prácticas se puede aumentar la detección de nuevos casos y el tratamiento precoz, generando una ruptura en la cadena de transmisión.
También es importante ampliar las medidas de prevención a las regiones en que la hansenÃse está estadÃsticamente erradicada, a fin de reducir al mÃnimo el daño que la enfermedad puede causar a la comunidad. (30)
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